Las descartables no deberían rellenarse porque tienen más tiempo de ajarse y alojar microorganismos. Y no se debe dejar pasar un día sin higienizar las reutilizables.
Rellenar botellas de plástico con agua de la canilla es una costumbre arraigada. Se utiliza el mismo recipiente para tener siempre a mano en la calle o el trabajo, pero esta práctica conlleva riesgos sanitarios para la salud intestinal cuando no se lava. Y hasta incluso, aquellas que no fueron hechas para reutilizar deben ser desechadas.
Vicente Calixto Zanon, director del Máster Epidemiología y Salud Pública de la Universidad Internacional de Valencia, dijo al sitio Cuidate Plus que “las botellas de plástico son de un solo uso, se fabrican para usar, tirar y reciclar, nada más, reutilizarlas no es correcto”.
Y si bien el riesgo de esta práctica no son químicos, sí son bacterianos, porque estos recipientes “frecuentemente no se lavan durante días, por lo que acumulan microorganismos en la zona de la boquilla o, incluso, en su interior, procedentes del ambiente o de la boca y las manos del consumidor”, detalla María Carmen López, profesora titular del Área de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
El problema de la reutilización continuada es que “con el tiempo el plástico se deteriora y aparecen grietas y arrugas, donde las bacterias encuentran cobijo”, por lo que el riesgo de infección aumenta. La experta agregó que “la mayoría de los microorganismos pueden sobrevivir en el agua e incluso multiplicarse, incrementando su número”.
López explicó que estos microorganismos son variados e incluyen bacterias de origen entérico, similares a las que podemos encontrar en los alimentos y que pueden causar toxiinfecciones alimentarias. La sintomatología de estas enfermedades suelen abarcar alteraciones del sistema digestivo como diarreas.
En cuanto a los posibles riesgos químicos, se habló de ciertos compuestos que pueden migrar del envase al agua, como el bisfenol A, los ftalatos, el formaldehido, el acetaldehido y el antimonio. Sobre qué hay de cierto en esta afirmación, López brindó tranquilidad, ya que “el bisfenol A no está presente en el tipo de plástico (PET) que es el que se utiliza para las botellas de agua, por lo que tampoco podrá pasar al agua”.
Respecto a las otras sustancias químicas, como los ftalatos, formaldehido, acetaldehido y antimonio, “aunque sí pueden estar presentes en las botellas de agua, su cantidad está muy por debajo del límite que se considera seguro”, indicó López. Pero “si sometemos a las botellas a condiciones inadecuadas de conservación (temperaturas elevadas, tiempo de almacenamiento excesivo y luz solar), las cantidades de estos compuestos podrían incrementarse”, y no son seguras.
¿Qué sucede con las reutilizables?
En los últimos años se puso de moda el uso de botellas fabricadas para ser rellenadas. Lo que ocurre es que “el material que se usa para su fabricación es más resistente a roturas que el plástico, por lo que es más difícil que encontremos pequeñas grietas en las que se puedan acumular bacterias”, explicó Calixto Zanon.
Ninguno de los materiales empleados para su fabricación “contiene bisfenol A, ftalatos u otras sustancias tóxicas aunque los riesgos de su uso son igualmente de tipo microbiológico, por lo que es recomendable lavar las botellas después de su uso”, señala López.
En cuanto a las botellas de vidrio y acero inoxidable, ”tampoco aportan ningún contaminante químico y, además, presentan la ventaja de que los microorganismos se adhieren más difícilmente a estos materiales, por lo que su contaminación microbiana suele ser menor”, destaca la experta del CEU, por lo que serían más recomendables que las de plástico. Pero estas cualidades no las eximen de que se descuide la limpieza y las medidas higiénicas adecuadas.
Según un estudio realizado con botellas reutilizables de deportistas y publicado en Journal of Exercise Physiology, el 90% de ellas estaría contaminado. Para realizar el análisis, se examinaron 60 botellas de plástico con agitador, 30 nuevas y 30 reutilizadas.
Los datos mostraron que las botellas nuevas no presentaban ningún tipo de contaminación bacteriana y que, por el contrario, el 83 por ciento de las reutilizadas sí. En cuanto al tipo de bacterias, la principal fue, en el 27% de los casos el staphylococcus aureus, presente en el 30% de la nariz de personas sanas; en el 17%, la escherichia coli, presente en el tracto gastrointestinal, normalmente sin ocasionar daños; y, en el resto, el acinetobacter sp, pseudomonas sp, Serratia sp y Proteus vulgaris.
Para prevenir este tipo de infecciones en las botellas de agua normales éstas no se deberían usar cuando estén deterioradas y, en todo caso, habría que lavarlas después de cada uso. En el caso de las recargables “sólo se podrán utilizar hasta que veamos algún tipo de alteración física en las mismas”, advierte López.
Limpieza adecuada
El hecho es que, independientemente del tipo de botella, se deberán lavar después de cada uso o como mínimo una vez al día. “Cuanto más tiempo estén sin lavar, hay más posibilidad de que los microorganismos que han podido contaminarlos se multipliquen y lleguen a estar en cantidad peligrosa”, advirtió López.
De acuerdo con la experta, el lavado debe hacerse con agua caliente y detergente. También es fundamental secarlas antes de volver a llenarlas.
Fuente: Ámbito.com