El Presidente se puso al frente de la crisis. Desde hacer cumplir la cuarentena hasta controlar el alcohol en gel, recibir a la oposición, a los gobernadores y a infectólogos. La centralidad política del albertismo se potencia con la pandemia. Superpoderes al jefe de Gabinete y la lección de los gremios para efectivizar el aislamiento social a gran escala.
Alberto Fernández ocupa la centralidad política en la crisis del coronavirus, un cambio de escenario que congeló la interna no sólo dentro del Frente de Todos sino también con la oposición. La Casa Rosada evaluó este miércoles, tras la reunión del Presidente con Horacio Rodríguez Larreta, la declaración de estado de cuarentena total con restricción de libre circulación y guardias mínimas en el transporte público. La medida se analiza junto con la reprogramación del calendario escolar que, en caso de que se controle la expansión del virus, incluiría la suspensión de vacaciones de invierno para continuar con el dictado de clases perdidas por la pandemia.
En paralelo, el Presidente empoderó a Santiago Cafiero con la modificación del decreto de necesidad y urgencia (DNU) que declaró la emergencia sanitaria por el coronavirus y le asignó al jefe de Gabinete la coordinación en el sector público nacional para la adopción de políticas en el marco de la pandemia. La entronación, política y presupuestaria, de Cafiero responde a la virtual salida de escena de Ginés González García, el Ministro de Salud que minimizó el impacto del Covid 19 en el país y obligó a la Casa Rosada a licuarlo en un comité de expertos infectólogos que asesoran a diario al Presidente. Los superpoderes sanitarios que ahora tiene el jefe de Gabinete son otro dato que manifiesta el desembarco de Alberto al frente de la crisis en materia de salud pública pero también términos económicos y sociales.
El martes, el secretario general de la CGT, Héctor Daer había adelantado que “la semana que viene se para todo”, casi un eco político de la advertencia presidencial sobre “parar el país 10 días”. La cuarentena parcial es difícil de implementar. Los gremios ferroviarios le comunicaron al Gobierno Nacional que es de prácticamente imposible cumplimiento la resolución que obliga a que los pasajeros de tren viajen sentados. No hay capacidad operativa para controlar ingreso a andenes y además custodiar cada puerta en los vagones para impedir el ascenso de pasajeros. Son justamente los sindicatos los que tiene el know how de cómo “parar al país”. Cualquier paro general, en este caso cuarentena general, para ser exitoso/a debe apuntar al transporte público.
La urgencia de la Casa Rosada es frenar la curva de contagios antes de que comience el invierno. El verano se agota en 48 horas y el calor continuará al menos una semana más. El coronavirus se convirtió en una emergencia política a tal punto que no sólo relegó la reestructuración de la deuda con el FMI y acreedores privados sino que también expone a la economía a un crack interno por el parate en la actividad. El resultado final de la gestión de la crisis, con Alberto y el albertismo al frente, serán el dato político que reconfirgurará también el mapa del peronismo y el equilibrio que ensayan junto al cristinismo y el massismo en el Frente de Todos.
Mientras tanto, la política congela sus diferencias internas. La sintonía fina ente Alberto y Horacio Rodríguez Larreta desactivó el diferendum por el recorte de los fondos de la coparticipación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También Axel Kicllof suspendió sus reclamos por el fondo del conurbano. Hasta Sergio Berni y Sabrina Frederic lograron suavizar diferencias. En ese terreno despejado, Alberto se muestra como el capitán del barco. Reúne al gabinete, recibe a expertos, encabeza videoconferencias con presidentes de la región, persigue a quienes violan la cuarentena, controla el precio del alcohol en gel, deja mensajes en las radios, escucha a los líderes opositores y, finalmente, convoca a los gobernadores.
En la línea del frente política lo acompaña Cafiero. Si bien Cristina se encuentra en Cuba, hasta ahora no se incluyó a la vicepresidente en los comités de crisis. La centralidad es de Alberto y el albertismo. En la modificación del DNU de emergencia sanitaria se dispone que «el jefe de Gabinete de Ministros coordinará con las distintas jurisdicciones y organismos del Sector Público Nacional, la implementación de las acciones y políticas para el adecuado cumplimiento de las recomendaciones que disponga la autoridad sanitaria nacional, en el marco de la emergencia y de la situación epidemiológica”. Además, se autoriza a Cafiero a asignar funciones «de manera provisoria» a las jurisdicciones y organismos cuando «así resulte necesario para la atención de la emergencia sanitaria y la aplicación y control del presente decreto y su normativa complementaria».
La norma establece que, «durante el plazo que dure la emergencia, las jurisdicciones y organismos» del Poder Ejecutivo «estarán facultados para efectuar la contratación directa de bienes y servicios que sean necesarios para atender la emergencia, sin sujeción al régimen de contrataciones de la Administración Pública Nacional o a sus regímenes de contrataciones específicos». Asimismo, se modificó la denominación y conformación de la Unidad de Coordinación General del Plan Integral de Pandemia de Influenza y la Comisión Ejecutiva, creada en 2007 durante esa enfermedad, y se estableció que, en adelante, se denominará «Unidad de Coordinación General del Plan Integral para la Prevención de Eventos de Salud Pública de Importancia Internacional». La Unidad será coordinada por el jefe de Gabinete y estará integrada, según indica, por las «áreas pertinentes del Ministerio de Salud y las demás jurisdicciones y entidades que tengan competencia sobre la presente temática».
Fuente: Ámbito Financiero